Historia

Somos miembros de la Iglesia Cristiana Universal, fundada por nuestro Señor Jesucristo.
El calificativo de metodistas surgió como un sobrenombre (apodo) despectivo, para describir la conducta fervorosa, disciplinada, metódica de un grupo de cristianos sinceros en Inglaterra, durante el siglo XVIII.
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Ellos, dirigidos por el pastor Juan Wesley, ministro de la Iglesia Anglicana, formaron un grupo y después una sociedad de creyentes, que vivían el poder transformador de Dios en Jesucristo, creían absolutamente que las Sagradas Escrituras (La Biblia) son la Revelación de Dios, cuyo contenido es suficiente para entender el Plan de Salvación para el Género Humano, y así llegar a disfrutar la vida plena dentro del camino de la santidad.
Se esforzaron en ser usados por Dios para transformar integralmente a su mundo, y lo lograron: en lo religioso y en lo social, desde entonces, Dios ha seguido transformando personas, familias, comunidades y países enteros hasta hoy en día, usando a esta parte del Cuerpo de Cristo que llamamos Iglesia Metodista.
Actualmente somos más de ochenta millones de metodistas en cerca de cien países al rededor del mundo.
Orígenes de la Congregación

La congregación del Templo «El Mesías», que ahora se reúne en Balderas 47, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, fue la primera que establecieron los misioneros de la Iglesia Metodista Episcopal del Sur de Estados Unidos en nuestro país. Esto ocurrió en el año de 1873, con la llegada del Obispo Juan C. Keener a la capital mexicana. Él, en colaboración con algunos liberales protestantes como Sóstenes Juárez, que ya se reunían para estudiar la Biblia, compraron la Capilla de San Andrés, en la cual había sido embalsamado el cuerpo de Maximiliano de Hasburgo, antes de que lo embarcasen a Europa. Fue así como en febrero del mismo año, en esa esquina de lo que hoy son el Callejón del 57 y Xicoténcatl, se consagró el primer templo Metodista de la República Mexicana.
Años más tarde, a fines del siglo XIX, cuando por necesidades de ampliación de las calles del centro de la ciudad, hubo que abandonar aquel edificio, el Rev. William Patterson compró un predio de las «afueras de la ciudad», para construir así el primer edificio exprofeso para el culto evangélico en esta capital; por cierto una joya en su género gótico inglés decorado. El templo fue diseñado por Rusell C. Cook, empleando finos detalles con piedra de cantera y estilizados arbotantes en su fachada. Se eligió utilizar tezontle para la mampostería, piedras de basalto de Culhuacán para cimientos y revestimientos y piedra de chiluca de Tepepan para los detalles de cantería, mientras que las vidrierías fueron realizadas en San Luis Potosí
La consagración del nuevo edificio fue el segundo domingo de febrero de 1901. Esto constituyó todo un acontecimiento en la vida de la metrópoli que incluyó en su programa la participación de grandes personalidades de la época; como fue la declamación hecha especialmente para ese día y presentada por el poeta Juan de Dios Peza: «La Casa del Señor ha sido abierta»(*).
Así nació la Iglesia Metodista “El Mesías”. En el periodo revolucionario, el templo fue testigo de la terrible matanza provocada por el movimiento armado que se organizó para derrocar a Madero: la decena trágica, como bien lo cuentan las huellas de las balas que se aprecian en la parte sur de la fachada. En 1930 cuando los metodistas mexicanos se declaran autónomos de la Iglesia Metodista de los Estados Unidos, el templo pasó a formar parte de la naciente Iglesia Metodista de México. En 1939, los pastores de Balderas se pronuncian en diversos foros públicos en contra de la Segunda Guerra Mundial.
A fines de los años cincuenta y principios de los sesentas del siglo XX, se toma la decisión de hacer dos cultos de adoración exactamente iguales, los domingos al mediodía, debido a que la capacidad instalada se rebasaba semana a semana, y la bocina que se colocaba en el pasillo a la hora del sermón era más que insuficiente. Por ello se comienza a acariciar la idea de construir un edificio educacional de 13 pisos en lugar de la vieja casona que daba cobijo a los salones para cultos infantiles y organizaciones.
En 1977, después de 20 años de incesante campaña de oración y financiera, se derriba el viejo edificio y el Obispo en turno coloca la primera piedra del nuevo edificio educacional. Por espacio de 3 años los niños, intermedios, jóvenes y demás organizaciones se reunían en Balderas 49, donde la iglesia rentaba algunos salones, hasta que en 1980 se pasaron al edificio, en obra negra, mismo que a través de los años, se ha arropado poco a poco hasta tenerlo como hoy se le puede disfrutar.
En 1985, con motivo de los terremotos que asolaron la capital del país, el templo tuvo que cerrar dos domingos sus puertas, pero los balderenses se reunían en diferentes puntos de la ciudad para dar gracias a Dios porque en medio de la tragedia, tuvo misericordia de nuestro templo.
Innumerables bendiciones nos ha dado Dios en este santo lugar: los vitrales, el nuevo órgano, el elevador, y el salón social del último piso, por mencionar sólo algunos ejemplos. Pero la bendición más importante es que por espacio de más de 100 años se sigue predicando en este lugar con todo fervor el mensaje de salvación, se sigue adorando al único Dios verdadero, y hoy podemos decir con seguridad y gratitud: GRACIAS A DIOS POR ESTOS AÑOS TOMADOS DE SU MANO.
Reseña: Carlos Suárez Ruiz.